sábado, 12 de marzo de 2011

VIAJANDO HASTA DIOS

Cuando yo era más chiquito, creía que para ir a Dios iba con cuerpo y todo. Ahora ya sé que voy flotando con el alma. También puedo estar con Dios cuando estoy despierto. Cierro los ojos, dibujo una puertita mágica, y me voy para arriba, al cielo, a las estrellas, hasta Dios. Estoy con Dios y hablo con

Dios, pero Dios no dice nada con palabras. Para hacer esto, hay que aprender de los ángeles, ser liviano como el aire. Después el alma vuelve al cuerpo, y de muchas cosas me olvido, pero me acuerdo que tengo que ayudar y amar.

Marcos, 4 años

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